Nubes oscuras pasan sobre mí.
Hoy las miro sobre mi cabeza
y me impulsan a dejar todo lo que estoy haciendo
para unirme al único deseo, cuidar y proteger la Tierra.
Enseñar a los más pequeños el valor del agua,
porque los niños son manantiales de luz y pureza
corren felices por las verdes praderas
y se bañan en playas de esperanza.
Navegan en sus barquitos de ternura,
valientes capitanes sobre mares de libertad.
Debemos cambiar el mundo por ellos
que no tengan que respirar aire tan contaminado
y venenoso como el de hoy
lleno de fábricas, derrames de petróleo,
incendios forestales, tecnología dañina y guerras.
De pronto, con mis ojos hacia el cielo
prometí entre lágrimas que todo el gran esfuerzo será posible
reflejando una luz poderosa y eterna
en sus semblantes de generosidad.
Todos unidos en la difícil tarea de sanar
de cerrar cada grieta que hay en el planeta,
que se termine el desinterés,
el desviar la mirada a la realidad desprotegida
que se termine la destrucción, la crueldad,
la ambición de poder y los odios más absolutistas.
Respiremos paz y el retorno a la hermandad.
De nosotros depende acercarnos y conectar con Gea.
Que las nubes sean blancas y no grises,
que sigamos volando y protegiendo el firmamento.
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