Como extraΓ±o esos atardeceres
que revientan de nubes rojas.
Atardeceres entrelazados,
furiosos y hambrientos.
La tarde se desvanece
en ese instante donde avanzan las sombras.
La noche subyuga todo
quedamos paralizados
por la mezcla borracha de recuerdos
y perfumes que aun persisten en no abandonarme.
Parece una eternidad sumergirse en todo eso,
pero en realidad es solo un suspiro.
Todo fue devorado por las sombras.
Noche de fuga, serena y dulce,
de un tiempo desperdigado
en una infinidad de momentos,
semblantes y sonrisas que echaron raΓces.
Mientras acΓ‘, en el otro mundo, los momentos
se repiten como un interminable bucle.
Indescriptible, donde esta el corazΓ³n
y el nombre que se resiste
a ser solo un garabato
dibujado en un papel.